La
expresión oral
trabajada en grupo reducido permite una participación
más activa de todos los niños/as. A menudo consiste
en conversaciones a partir de textos que leemos a los
niños/as, representaciones, juegos,....
La expresión
oral es muy
importante en la Educación Infantil. Los niños/as están aprendiendo a
expresarse, van precisando la pronunciación, ampliando el vocabulario,
mejorando la sintaxis, ... Este crecimiento lingüístico se consigue escuchando
y hablando.
A través del diálogo
se desarrolla el lenguaje, se estructura el pensamiento y se refuerza la
seguridad y la autoestima. En el aula cuando
conversamos también estamos trabajando.
Procuramos que haya situaciones
de diálogo y
destinamos tiempo a hablar sobre diferentes temas:
-
La vida del aula, desde sus rutinas diarias (hábitos, cargos, ...) hasta los diferentes acontecimientos cotidianos son una ocasión para trabajar la expresión oral.
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También estamos trabajando la expresión oral no sólo en el área de lenguaje verbal, sino en todas las áreas (incluso en una sesión de psicomotricidad o de plástica, por ejemplo).
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Hablamos sobre las cosas que estamos aprendiendo, comentamos los espectáculos que vamos a ver, las salidas que hacemos,...
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Hablamos para compartir con los demás las propias experiencias (por ejemplo cuando cada niño/a puede explicar el lunes una actividad que ha realizado durante el fin de semana.).
-
...
Las correcciones
las hacemos de forma sutil, sin que se inhiban de participar:
el adulto vuelve a repetir correctamente
la palabra o frase errónea y el niño/a las vuelve a decir.
Para facilitar la
comunicación, durante el tiempo que destinamos a hablar podemos estar sentados
en círculo
(en sillas o bien en el suelo), viéndonos todos las caras y encontrándonos cómodos.
En el círculo se fomentan los hábitos
de orden, turno de palabra, respeto y tolerancia hacia los otros.
Estos ratos de conversación
tienen que estar basados en la motivación de los niños/as: pueden
dar mucho de si cuándo los niños/as están interesados y atentos, pero
no conviene alargarlas cuando empiezan a
estar cansados.
El protagonismo
tiene que quedar repartido entre todos los niños y niñas.
El tratamiento que damos a los diferentes
temas tiene que contribuir a formar una actitud
positiva y constructiva delante de la vida.
Los niños/as
tienen que aprender a escuchar y a hablar tanto en casa como en la escuela.
La expresión
oral se trabaja también a partir de la lectura de textos escritos.
A los niños/as les
gusta escuchar
las lecturas realizadas por los padres, madres y maestros. Para los pequeños/as
resulta fascinante
que un adulto lea en voz alta, viviendo y comunicando
un texto.
Cuando leemos para
los niños/as, estos empiezan a mostrar
interés por la lengua escrita,
iniciándose en el hábito lector. El lenguaje literario es más culto y
elaborado que el oral, les permite
desarrollar
su imaginación y les ayuda a entender, hablar y pensar mejor. Las
ilustraciones de un
libro o la
explicación de los mayores no deben desvalorizar o sustituir el texto
escrito.
Cuando en una
narración introducimos onomatopeyas y hacemos que los más
pequeños/as las
repitan les
ayudamos a aprender a pronunciar bien los diferentes sonidos.
Tras escuchar los
niños/as tienen que poder expresar y conversar sobre qué han entendido o aprendido
a partir de la
lectura y qué
preguntas les ha despertado; el adulto puede ayudarlos a encontrar las
respuestas por ellos mismos.
Uno de los muchos
conceptos que nos transmite Inmaculada Juncà en sus Seminarios sobre
el lenguaje
verbal es que debemos leer
diferentes tipologías textuales
a los niños/as: poemas,
narraciones
(cuentos, fábulas,...), textos instructivos (como puede ser una receta de
cocina),
científicos
(por ejemplo fragmentos de un libro sobre animales), informativos (escoger una
noticia
del
periódico), cartas, mensajes,...
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